20 segundos

Lo escribí hace mucho pero desde su publicación ha estado en el olvido. En esta ventana, expuesta a la luz e inmune a la polilla, les comparto este cuento breve.

20 segundos

Faltaban sólo 20 segundos para que todo acabara y el marcador seguía empatado. El partido, intenso. Agotados estaban los jugadores por el sacrificio, la tribuna por los nervios y el tablado por el repique incesante del balón. Después de casi 40 minutos de juego lo más importante estaba por hacerse y él lo sabía. Ganar o perder; en baloncesto no hay empates. Respiró profundo y recibió un pase. Entonces quedaban sólo 15 segundos. Dribling a la izquierda, jugada para desmarcar y carrera por el centro. Tan sólo restaban 10. Ingresó a la herradura y al intentar el lanzamiento lo golpearon. Tiro libre, uno y uno. El silencio fue total y faltaban sólo 7 segundos. Uno, dos, tres rebotes y lanzamiento. El balón coqueteó el aro pero se rehusó a entrar. Sudó frío. Otro más. Sólo dos rebotes, lanzamiento y… pica, pica, pica ¡adentro! Pendientes sólo 5 segundos. Bajó a defender su feudo como un templario, porque una canasta en contra era la muerte. Un contrario intentó lanzar para tres puntos pero él se interpuso y gardeó. Sonó el pitazo final y estallamos en alegría. Corrí como todos a ovacionar al héroe de la jornada y entre vivas y hurras le lanzamos al aire. Yo también quise sacarlo en hombros del coliseo, pero alguien tenía que encargarse de su silla de ruedas.

 

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