Desnuda y sin luces

Entre los manjares musicales que he podido degustar al paso de mi vida, se encuentran algunos pasodobles inspirados en la fiesta taurina. Las tubas y las trompetas resuenan de tan magnífica forma que es posible percibir el metálico brillo de los cobres con los oídos. Cuando en el carrusel al azar del reproductor de música le toca en suerte a uno de estos temas, me hace evocar un hermoso juego de retablos (doce en total), que decoraban las escaleras semicirculares de mi casa paterna.

En él se veían, cuadro a cuadro, los momentos más dramáticos de una corrida de toros, con todo y la gallardía de los séquitos y la belleza clásica de algunas sevillanas muy bien puestas. También en Latinoamérica, en torno a las corridas de toros, se vive un ambiente festivo y eufórico que no se siente en otras épocas del año. Es la temporada de los sombreros finos, de los caballos con crines de ensueño y de fastuosas reuniones familiares en los tendidos que se han esperado todo el año. En el caso de los presupuestos más cortos, ha sido preciso llevar a cabo algunos sacrificios, durante varios meses, para adquirir el costoso abono de la plaza de toros. Sí, alrededor de las corridas de toros hay tradiciones memorables y matices culturales dignos de apreciar como si fueran atardeceres… pero sólo alrededor. Sigue Leyendo