Protestar sin pisotear

Protestas - excusas de destrucción

¿Por qué el sello de la protesta es la destrucción de bienes públicos que al final la gente del común termina por pagar?

Protestar, un derecho humano, esencial y hasta sagrado. Voces unidas que reclaman justicia son gestoras de cambio en nuestra sociedad. Sin embargo, cuando de protestar se trata, parece que muchos dan por cierto que el fin justifica los medios y que en el fragor de las marchas se tiene el derecho de pisotear.

¿Quién dijo que el derecho a la protesta de las masas anula o suspende los derechos esenciales de minorías o individuos? Nada justifica que, por ejemplo, en el reciente paro camionero que vivió Colombia, un pedazo de ladrillo acabara con la vida de un conductor al que no le pareció dejar de trabajar y prefirió seguir adelante con su vida. Podrían haberlo tildado de poco solidario, indiferente y hasta “judas”, pero ¿matarlo? ¿cuándo le suspendieron su derecho a la vida? ¿Qué provecho hay en apedrear buses y estaciones de los sistemas de transporte masivo que no son usados por los poderosos y cuyo cese de operaciones en cambio sí afecta a las personas del común?

Nos volvimos tolerantes a las protestas chantajistas que le bloquean la vida a muchas comunidades y toman de rehén a la opinión pública para presionar acuerdos por agotamiento y no por consenso.

¿Habrá entonces alternativa a la coacción violenta?

Bus en llamas

El humo llama la atención sobre la propuesta pero se lleva las esperanzas de quienes vivían de él

¿Tendrán siempre los pequeños comerciantes que temer y rezar cada vez que una manifestación pase frente a sus vitrinas? Las fuerzas vivas de la sociedad pueden aprender a protestar sin pisotear, aplicando de manera efectiva los principios de la no violencia cuya efectividad reivindicatoria fue demostrada por grandes líderes como Gandhi en la India o Lech Walesa en Polonia.

Casos bien documentados por la historia demuestran que la no violencia también es un motor de cambio. Hace falta solamente algo más de creatividad y sobre todo voluntad para que las protestas se enfoquen en sus ideales y eviten exteriorizar odios en los que siempre hacen su agosto los adictos al vandalismo. Para no pisotear, es importante llevar a la práctica principios de la no violencia tales como:

  • Reconocer siempre la dignidad humana de las personas en conflicto. Nunca podemos dejar de vernos como humanos, como hijos de alguien, como padres de alguien. Cuando fallamos en separar a la persona de su rol y se emprenden acciones violentas contra seres de carne y hueso, fácilmente desechamos el derecho a la dignidad y a la vida.
  • Protestando desnudos

    Las formas no violentas de protesta pueden causar mucho más impacto y menos daños colaterales que los chantajes sociales

  • Vías de hecho que no vulneran derechos. Sucesivas generaciones de gobiernos sordos y lentos para actuar han hecho que tome carrera, y con mucha razón, la costumbre de lograr a las malas aquello que no se confiere ni siquiera cuando el derecho asiste. Tristemente las vías de hecho son algo común y hasta a veces necesario pero son del todo reprobables cuando se llevan por delante a personas ajenas al conflicto, únicamente con el ánimo de que ejerzan presión con rehenes desesperados.
  • Entender que la no violencia está lejos de la pasividad. Muy por el contrario, se mantiene activa con estrategias que sorprenden y ganan el apoyo de la opinión pública.

Con solidaridad, creatividad y hasta humor, pero sobre todo con mucha humanidad, también se pueden obtener resultados. Son prefieribles las empelotadas masivas de los manifestantes frente a los palacios de gobierno, a las inmisericordes asonadas que destruyen pequeños negocios familiares. Es mejor un cacerolazo continuo y ruidoso que reducir a cenizas el patrimonio de humildes familias cuando se quema un bus o un camión.

Sí, que las voces se levanten, que las protestas se oigan. Pero no usemos como tarima las espaldas de hermanos y compatriotas a quienes también se empuja a niveles de violencia cada vez más altos.

Les dejo esta frase de Gandhi: “Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego”.